Es la pared su tribuna,
su muro lamentatorio
donde marca el territorio
cierta juventud perruna.
La pared pulcra embetuna
con caquígrafo ofertorio
y convierte en mingitorio
la ciudad con su tontuna.
Con su costumbre canina
y con su furiosa euforia,
firma su gráfica inquina.
Dejar quiere su memoria
con su humor de tinta china
en su manía excretoria.
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