martes, 13 de diciembre de 2011

PARAÍSO PERDIDO

 Vine al mundo una noche
cuando reinaba escorpio
tal fruto ya maduro
de un árbol en otoño.
De labradores padres
fui el único retoño;
su ubérrima ternura
la tuve en monopolio.
Fui humano recipiente
donde vertieron todo
su amor, sus inquietudes,
su nobleza y decoro.
De paz era un remanso
aquel hogar tan probo
donde el amor corría
tal fontanar, a chorros.
Llanuras de encinares,
de jaras, de rastrojos…,
de mi feliz infancia
fueron telón de fondo.
Fui amigo de animales:
corderos, perros, potros…;
su trato fue más grato
que el dado por vosotros.
En este ambiente edénico
de tonos tan bucólicos,
mis años infantiles
pasaron como un soplo;
paraíso perdido
que, a veces, yo recorro
de manos del recuerdo
con aire melancólico;
bagaje de memorias
que llevo en los más hondo
del alma y la iluminan
tal luminoso foco.

En libros y en labranzas,
gasté mis años mozos
y mi pan cotidiano
lo pagó el sudor propio.
Por los libros, fui libre;
por mis padres fui sobrio:
¡es tan corto el camino
y hace falta tan poco!
Me alejé de los lujos
del consumo ostentoso;
me amoldé a ser humilde
por respeto a mi prójimo.
A las fiestas y fastos
renuncié ya muy pronto
por austero y sencillo
y por ser fonofóbico.
Preferí yo el estudio
al estadio, a los toros…,
el “panem et circense”
lo encontré muy tedioso.
Dediqué a labor lírica
horas de oro del ocio;
soledad y silencio
fueron siempre mis socios.
Sembré miles de versos
con el noble propósito
de ofrecerle a mi gente
un libresco manojo,
una lírica herencia
que sirviera de fondo
cultural a mi pueblo
al servicio de todos.

Mas mi esfuerzo fue estéril
y cayó en saco roto:
para el listo de turno
yo era un ser peligroso
porque no acepté normas
rebañegas de otros
y seguí otros senderos
espinosos y angostos.
Por versado en los versos,
por encima del hombro,
me miraron los necios
con rencor envidioso;
despreciaron mis versos
por sus necios antojos,
-¡nunca aprecian los necios
la labor de su prójimo!-

Pero sigo y prosigo
tan tenaz por estoico
con la frente muy alta,
sin careta en mi rostro.
Vuestros juicios injustos
me paso por los… forros
y es el tiempo a la larga
quien será juez de todos.
Yo, ante el pueblo sencillo,
de rodillas, me postro
y le ofrezco mis versos
en fraterno ofertorio
porque pueblo yo soy,
mi raíz no traiciono
y hacia él me dirijo
con sus penas al hombro
y, en mi patrio terruño,
esta tarde de agosto,
os entrego estos versos
por si os son provechosos

 Wenceslao Mohedas Ramos